Jesús C. Aguirre Maldonado (Texto y Fotos)
“A 17 años ya de estos sucesos se me vienen a la mente muchas situaciones que se vivieron aquel tiempo, aún lo recuerdo, lo tengo fresquecito en mi mente, la situación que estuvimos pasando en ese atentado tan terrible donde hubo 14 impactos en mi cuerpo, 79 impactos en el vehículo en el que veníamos y 85 cartuchos percutidos que son los que se recogieron de la escena”, recuerda el entonces subcomandante de Seguridad Pública de Meoqui, Patricio Barrera Juárez, al platicar sobre los hechos de la madrugada del 22 de septiembre del 2005, un día como hoy.
“A pesar de todo los sicarios no cumplieron su misión y esos delincuentes están detenidos todavía, los cuales tenían la misión de acabar con mi vida y están recluidos, cumpliendo con una sentencia y son errores que se tienen en la vida. Dios los perdone totalmente. Yo no les tengo coraje, no les tengo rencor, ni nada de eso y lo que sucedió fue resultado de los hechos que ellos habían generado”, destacó el ahora comandante de la Coordinadora Municipal de Protección Civil en Delicias.
CON CICATRICES EN EL ALMA, MÁS QUE EN EL CUERPO
Ahora a 17 años de aquellos lamentables hechos, dijo que sus atacantes tienen que haber recapacitado que ese no es el camino correcto de llevar la vida en la sociedad y al pasar ya tantos años, las cicatrices que quedan en su cuerpo, dijo que también quedan en el alma, en los sentimientos encontrados.
Destacó el entrevistado que le preguntan todavía que si valió la pena aquellos operativos que se hacían contra el narcomenudeo en Meoqui y “yo vuelvo a confirmar que, si valió la pena, ya que con una persona que no haya consumido las drogas en aquel entonces y por la situación que se habían los operativos en contra del narcomenudeo, yo creo que si valió la pena, porque era el compromiso que teníamos en ese entonces”.
EL RECONOCIMIENTO DE LA GENTE SON MEDALLAS QUE NO SE VEN
“Fue un compromiso con la sociedad de Meoqui, con la administración municipal y se tenía que dar respuesta como personal de Seguridad Pública, como titular en aquel entonces y teníamos que trabajar a favor de la sociedad y de la seguridad, entonces es algo muchas veces muy triste cuando uno lo recuerda, pero también se me vienen cosas no muy agradables, como lo menciono y se da el reconocimiento de algunas personas por el trabajo que se hizo y que luego son medallas que no se ven, pero que pesan mucho y que serían un compromiso ante la sociedad para ser cada día mejores como servidores públicos”, agrega el entrevistado.
En aquel entonces, hoy a 17 años de distancia, dijo que era el subdirector de Seguridad Pública y el coordinador de operativo y esa era su función.
“Andábamos en una serie de operativos para inhibir y tratar de que no llegara la droga a los jóvenes y eso era lo que más les preocupaba, que los jóvenes, los niños se drogaran en ese entonces, por lo que tuvimos que actuar y por eso afectamos algunas personas que reaccionaron agresivamente en contra de un servidor y en contra de mi compañero Ramón Aguirre Carbajal, al que le guardo un gran aprecio, una estima porque es una persona muy valiosa, con mucha capacidad en la cuestión de seguridad”.
Ahorita después de 17 años volver a recordar se valora más que todo el sentido de la vida y el sentido del servicio público y él invita a los servidores públicos a que se apeguen a los lineamientos de la honestidad y el trabajo, así como al compromiso con la sociedad y recordar “que somos empleados de la sociedad”.
LOS ATAQUES FUERON POR HACERLE FRENTE AL NARCOMENUDEO
Los ataques se dieron debido al ataque frontal contra el narcomenudeo y a que “no nos dejamos sobornar en ese momento en la cuestión de permitir que se vendieran las drogas en cualquier esquina, en cualquier lugar y fuimos limpiando, como me dijo una señora: usted fue el comandante que limpió Meoqui en aquel tiempo y ese tipo de comentarios quiere decir que las personas lo valoran y habrá otros que probablemente no les agrade la acción que se hizo en ese momento, pero .como lo mencionaba- por una persona que no haya conseguido las drogas en ese periodo, yo creo que valió la pena el trabajo que se hizo”.
SI LE GUSTARÍA ASUMIR UN CARGO EN SEGURIDAD
A 17 años de distancia y si se presentara la oportunidad de volver a ser llamado a Seguridad Pública de Meoqui con el cargo que fuere o como comandante en jefe dijo que ahora ya son otros tiempos, pero si le agradaría seguir sirviéndole a la sociedad, ya sea a su ciudad o a la ciudad que quisiera solicitar sus servicios, y lo único que puede garantizar es lealtad, trabajo hacia el presidente municipal que sea.
“A toda la opinión pública de toda la región, de Delicias, Meoqui, que es mi segunda ciudad de donde yo nací, porque tengo grandes amigos, se vio crecer una amistad muy bonita con muchas personas que tuvimos contacto, pero también aquí en Delicias y en toda la región. agradecerles a todas esas personas que estuvieron orando”, ya que en ese tiempo se unieron todo tipo de iglesias y no hubo distinción si eran católicos, cristianos o protestantes, ya que todos se unieron en una sola oración hacia su persona.
Todo eso lo agradece a la sociedad que se hayan dado todo ese tiempo, ese espacio para dedicárselo a su persona, a su salud a orar “porque es lo mejor que podemos tener como personas”.
FUE UN MILAGRO HABERSE SALVADO GRACIAS A SU GRAN FE
“Fue un milagro haberme salvado, pero para que esto se diera fue necesario el conducto de enfermeras y doctores que me atendieron y mi gran fe, pues soy una persona sumamente católica”, dijo Patricio Barrera Juárez a 17 años de haber sufrido un atentado contra su vida, el 22 de septiembre de 2005, cuando recibió 14 balazos de AK-47, de las armas conocidas como “Cuerno de Chivo” en su cuerpo.
Barrera Juárez, quien en aquel entonces era subcomandante de la policía municipal de Meoqui, y hoy en día ratificado como titular de la Coordinadora Municipal de Protección Civil de Delicias, dijo que esto no fue en vano ya que a raíz de ello en el 2006 se le dio un reconocimiento en los Estados Unidos por parte de 24 periódicos de habla hispana como “El Mejor Policía de Latinoamérica”.
Hoy a 17 años de distancia dice que disfruta las cosas buenas de la vida, como tomarse un vaso de agua fresca, estar al lado de sus seres queridos y hacer lo que tanto le gusta, como lo es su trabajo en Protección Civil Delicias.
Se toma la barbilla, levanta la mirada al cielo y empieza a contar aquel trágico día. Recuerda que eran alrededor de las dos de la mañana del viernes 22 de septiembre de 2005 cuando a la altura de la capilla de San Judas Tadeo, poco antes de llegar al entronque que conduce a la colonia Terrazas, la quietud de la madrugada se vio quebrantada por un auto que se emparejó al Tsuru blanco y sin rotular que conducía él (Patricio Barrera Juárez), quien iba acompañado del oficial Ramón Aguirre Carbajal, quien ahora es guardia de seguridad, ya sin nada que ver con la policía, muy tranquilo.
“¡TE VA A CARGAR LA CHINGADA!”
Cuenta Barrera Juárez que era un día normal, como cualquier otro al terminar sus labores, pero ese día después de haber realizado varios operativos se dirigían a casa en Delicias, cuando del otro auto que se les emparejó empezaron a gritarle: “¡Te va a cargar la chingada!”.
Del auto que se les emparejó y en el que viajaban cuatro hombres, dos empezaron a dispararles . “El primer impacto lo sentí en la cabeza cerca del oído derecho y me di cuenta que me habían herido al llenarse completamente de sangre el vidrio frontal, el parabrisas, y sentí calientito, además de que al llevarme la mano al oído este lo tenía lleno de sangre”, narra el ex subdirector y después director de la DSPM de Meoqui.
Recuerda que todavía no existían los camellones de en medio de la carretera que en ese entonces era de cuatro carriles.
Continuaban los disparos hacia él y su acompañante desde el otro auto. La desesperación se apoderó de él y de Ramón Aguirre, su acompañante. “Empecé a girar el auto y se escucharon otras ráfagas. Yo solo vi un solo vehículo aunque dijeron que eran dos. Iban cuatro a bordo, dos de los cuales iban disparando por las ventanas.
NO PORTABAN ARMAS; SOLO SU GRAN FE EN DIOS
Iba acompañado del oficial Ramón Aguirre Carbajal y no íbamos armados, solo nos acompañaba nuestra gran fe y no nos quedó otra que encomendarnos a Dios, pues las armas se las habíamos dejado al personal, ya que en aquel entonces había poco armamento en la policía de Meoqui”, agrega Barrera Juárez.
Hoy a 17 años de distancia menciona que está mal eso de que los agentes dejen las armas a cargo, ya que también tienen familia que cuidar y a la que se deben y necesitan llegar con bien a donde son esperados por sus seres queridos.
Puntualiza que al dejar de girar el vehículo en el que viajaban él y el oficial Aguirre Carbajal, se bajó para parapetarse entre los arbustos y la vegetación del lugar, pero cuando ya estaba abajo y se dirigía hacia los matorrales, sintió otra descarga en la espalda.
Su vida y la de su acompañante estaban en peligro y eso lo tenían muy presente. Y no tenían de otra más que encomendarse al Creador, pues no tenían ninguna arma. Y su Dios fue por siempre su celoso guardián.
- “Me regresé al vehículo por el radio para pedir apoyo a la Central y al llegar al carro me apoyo en la parte de atrás y ahí volví a recibir otra descarga”, narra Barrera, mientras se acomoda en la silla y se toma de la barbilla para continuar recordando.
Menciona que en el lugar de los hechos se recogieron 85 casquillos de diversos calibres y el vehículo Tsuru blanco en el que viajaban él y el oficial Ramón Aguirre Carbajal se le encontraron 79 impactos y a él los médicos le encontraron 14 en su cuerpo.
Y gracias a Dios, hoy vive para contarlo, encontrándose trabajando en lo que tanto le gusta, como es la seguridad, aunque ahora al frente de la Coordinadora Municipal de Protección Civil en la administración 2021-2024 que encabeza Jesús Alberto Valenciano García. Al pararse el vehículo dijo que se apoyó en este y los agresores se fueron, luego llegó Efraín Alvarado, entonces comandante operativo y cuando llegó así herido y con los 14 balazos en su cuerpo solo se subió al vehículo que lo trasladaría al hospital del IMSS (HGZ No. 11), luego de decirle que lo llevara a recibir atención médica.
“Yo mismo me bajé de la patrulla para que me colocaran en una camilla y les di a los médico el número del celular para que le hablaran a mi hermano. Me rompieron el uniforme para darme atención médica y los que se encontraban de servicio en el hospital se quedaron con el ojo cuadrado”.
Lo cierto es que Barrera Juárez siempre mostró mucha fortaleza para salir adelante.
LO TRASLADARON A CHIHUAHUA AL INFECTARSE
Destaca el entrevistado que se encontraba de guardia el doctor José Luis Galicia en el la clínica número 11 del IMSS y lo operaron esa misma madrugada. Duró varios días en terapia intensiva, ahí meditando, y durante su convalecencia, luego presentó un cuadro de infección muy fuerte y como no tenían en Delicias el equipo adecuado para su atención, luego de una semana, fue trasladado a la ciudad de Chihuahua donde fue atendido en el hospital Cima.
En sus días que estuvo en el hospital fue resguardado el nosocomio por agentes de la desaparecida Cipol (Cuerpo de Inteligencia Policial), Policía Municipal de Delicias y Meoqui, y Policía Ministerial.
El día de la agresión, dijo Patricio Barrera Juárez, lo que hizo fue tratar de protegerse. “Yo iba manejando y a Ramón le dieron tres disparos, pero como iba en el asiento del copiloto hacia la guantera se metió debajo, se hizo bolita”.
NOMÁS SE VEÍA QUE SALÍA LUMBRE DEL OTRO CARRO
Después él se bajó y les gritaba no recuerdo que cosas. Del carro que se nos emparejó solo se veía que salía lumbre, pues a pesar de que había luna, la luz era muy tenue”, subraya el ex comandante de Meoqui.
“Después a Chihuahua fui escoltado por la Policía Municipal de Meoqui, de Delicias, Ministerial y había gente esperando en la carretera. Yo iba viendo por la ventanilla, pues iba consciente y a través del vidrio veía a la gente con el pulgar hacia arriba como diciéndome que le echara ganas y eso es algo que no puedo olvidar, ni nunca olvidaré, mientras viva”, asegura Barrera Juárez al cumplirse 17 años del atentado, que dejó marcas acanaladas en su cuerpo
MÁS QUE MIEDO SINTIÓ IMPOTENCIA POR NO TRAER UN ARMA
Destaca que cuando se dio el ataque por parte de sus agresores aquella madrugada del viernes 22 de septiembre de 2005, no sintió miedo, más bien impotencia y coraje, al no traer consigo ninguna arma.
Por tal motivo sólo se limitó a alzar la cabeza y la mirada al cielo, para disponerse a decir “¡Dios mío, ayúdame!”, pues se declara muy católico y guadalupano. Y agradece por siempre a Dios por haberlo salvado y encontrarse platicando, recordando aquel ataque que por poco lo manda al otro mundo.
Narra que desde que recibió el primer impacto debieron pasar unos cinco minutos hasta que sus agresores se dieron a la fuga. “Ramón (Aguirre Carbajal, su acompañante) gritaba muchas cosas y de los 14 impactos de bala que recibí todavía tengo como cuatro o cinco y me los van a dejar ahí, según me dijeron los médicos”, menciona mientras muestra un brazo y un costado de su cuerpo, donde las marcas de las balas son más que evidentes y las huellas de las cirugías que le practicaron.
ATAQUE POR COMBATE FRONTAL AL NARCOMENUDEO
Cree que su agresión se debió a que en ese año en que sufrió el atentado contra su vida se realizaban en Meoqui operativos contra el narcomenudeo y como se pasaron algunos nombres y fotografías a algunos medios de comunicación, pues a lo mejor eso motivó a que lo siguieran como endemoniados y lo rociaran de plomo.
UN PIE EN UN JABÓN Y OTRO EN EL HOYO DEL PANTEÓN
Después del cuadro infeccioso que presentó, narra Barrera Juárez que fue a parar al hospital Cima de la capital del estado donde lo volvió a operar el doctor Iglesias, quien le comentó: “Llegas con un pie en un jabón y el otro en un hoyo de panteón”.
“Yo sabía, lo tenía presente que mi estado de salud era muy delicado y no dejaba de encomendarme a Dios”, agrega Barrera.
Asegura el entrevistado que al Hospital Cima llegó con un dos por ciento de posibilidades de vida debido a que traía infección en la caja toráxica, un cuadro de desnutrición, y otro de anemia, y después de eso tuvo 16 intervenciones quirúrgicas.
VIO A LA VIRGEN DE GUADALUPE ENMEDIO DE MUCHAS LUCES
Mostrando las heridas de su cuerpo menciona: “Me quitaron el bazo y ya no puedo comer cosas grasosas, dos costillas del lado izquierdo que estaban pulverizadas y tenía perforado un pulmón. Y cuando estaba solo en el Cima, con los brazos atados para que no me moviera, con mi gran fe, oraciones de la familia y de mi madre que se mantenía con la Biblia en la mano, vi a la Virgen de Guadalupe en medio de muchas luces y otra muy resplandeciente, para que después los médicos dijeran que la había librado”.
Hoy en día Barrera Juárez, como buen guadalupano, tiene en su restaurante María Bonita, mejor conocido como La Rosita, un cuadro grande la Virgen de Guadalupe y siempre en su cartera trae una medalla de la Emperatriz de América.
UN HOMBRE DE GRAN FORTALEZA
Después de este atentado contra Patricio Barrera Juárez, verlo de pie, sonriente, y aún trabajando, aunque ya no en la policía, sino en la Coordinadora Municipal de Protección Civil, donde Mario Mata Carrasco le dio la oportunidad y luego Jaime Beltrán del Río y Eliseo Compeán lo ratificaron y ahora Jesús Valenciano García le dio la continuidad, nadie se puede imaginar que recibió 14 descargas de AK-47 la madrugada del 22 de septiembre del 2005.
Su fortaleza física se hace evidente luego de haber recibido 14 impactos de bala calibre 7.62, ya que prácticamente volvió a nacer y a raíz de ese atentado se le conoce como el “traga balas” de Meoqui. jesusaguirre25@hotmail.es